GUERRA DE LA
INDEPENDENCIA ESPAÑOLA (108-1814)
TOMA DE SORIA POR EL
GENERAL D. JOSÉ JOAQUÍN DURAN
Epoca de la heroica guerra sostenida contra la
agresión francesa de 1808, en la que Soria se distinguió por su decisión y su
civismo.
Apenas prendida la sagrada llama
de la independencia Española, nuestra ciudad creo una de las Juntas que mas
trabajaron por la libertad del país.
De todos los ángulos de la
provincia se vieron correr jóvenes a ratificar con su sangre el juramento de
perecer antes de sucumbir, de tal manera, que en muy pocos días pudo la Junta
de Soria completar el regimiento de milicias, y crear con 800 plazas el batallón
de voluntarios Numantinos, que armado y completamente equipado se presentó al
Capitán general D. Gregorio de la Cuesta.
Notorios fueron los importantes
servicios que esta tropa agregada al a de Campomayor, y bajo las ordenes de
Menacho, hizo principalmente al frente de Logroño y en la retirada de Sigüenza
(…).
El torbellino con que en
Noviembre de 1808 quiso sofocar a nuestra patria el gran ejército que traía
Napoleon a su frente privo a Soria de la comunicación con el Gobierno Supremo,
mas no fue bastante para sofocar el entusiasmo de sus habitantes.
Veían ocupadas sus capitales
Soria y Logroño, de numerosas y permanentes guarniciones, y se veían circunvaladas
desde Tudela, Burgos, Aranda, Sigüenza, Molina, Daroca, Calatayud, Borja y
Tarazona que los rodeaban y tenían como en un estrecho sitio; pero en su centro
hallaron medios de hacer una guerra la mas funesta la mas funesta para el enemigo,
haciéndole intransitables los caminos, porque en todos hallaban segura muerte,
tanto que le fue preciso enviar y conducir
sus correspondencias con crecidas escoltas; guerra sorda que les quito
muchos centenares de hombres y que puso a los gobernadores de las plazas en la
necesidad de ignorar los movimientos de sus ejércitos.
Si la sorpresa que lograron en
Villaseca a cinco leguas de Soria, quitando la vida al canónigo de su colegial
D. Ángel Andino, al tiempo que congregaba la juventud a sus expensas para hacer
la guerra al opresor, la celebraron como un triunfo, la provincia hayo en la
sangre de este mártir de la patria un fecundo riego con el que vivificar otras
muchas plantas que por la parte de Castilla y Aragón brotaban todos los días.
Los generales Villacampa y D. Juan Martin el Empecinado vieron aumentar sus
nacientes partidas con jóvenes Sorianos, lo mismo que con el cura Merino que
llevaba 200 caballos del país.
La Junta superior de la provincia
reunida en Villel, después que en Marzo de 1810 se formó el consejo de
regencia, organizo nuevamente el batallón de Numantinos escuadrón de dragones
de Soria con los que contuvo más de una vez al soberbio Baste, gobernador de la
plaza de Soria. La acción desgraciada de Yanguas en que el general de división barón
Roget logro vencerlos, fue el mayor contra tiempo que tuvo la provincia.
Retirada a Deza la Junta de Soria
con los vencidos, consiguió entonces del gobierno el nombramiento de comandante
general que había solicitado para el
brigadier D. José Joaquín Duran, el cual organizo la división soriana,
aumentándola con un batallón de voluntarios que su prestigio logro formar.
Los franceses invasores de la
ciudad habían planteado en ella su gobierno.
Duran estableció a su vez en
Berlanga, logro con sus escasas fuerzas imponer al nuevo gobernador Duvernet en
términos, a pesar de hallarse al frente de 1600 hombres de la guardia imperial,
no se atrevió nunca a atacarlo solo.
Después de infinitos encuentros
con las divisiones francesas, en las que quedaba vencido unas veces y vencedor
las más, el infatigable general de la división soriana intento el asalto a la
capital.
Luego que el general se vio en Trebago
con la división reunida, y que ambas armas juntaba cerca de tres mil plazas
útiles, avanzo al s inmediaciones de Soria.
Puso su cuartel general en Narros, quedándose con el batallón de
numantinos y compañías de artillería, coloco el de voluntarios de Soria en
Castilfrio y el de Rioja y caballería en Almajano, La gran guardia de caballería
y un destacamento de infantería ocupaban a Garray, y las avanzadas por la noche
se extendían asta cerca de Santa Bárbara, ermita que esta a medio tiro de
Soria. Hizo varios movimientos con la división, pasando por la inmediaciones de
aquella capital, con dirección al pueblo de Villaciervos, y en uno de ellos
logro que la caballería de la guarnición hiciese una salida, y trabase una
pequeña escaramuza con la nuestra, que costo a los enemigos seis muertos,
algunos heridos y tres prisioneros, y a nosotros que fuese herido un oficial
ayudante de caballería y tres soldados. Volvía a su cuartel general por caminos
ocultos y de este modo alucinaba a aquellos enemigos, que nunca podían fijarse
en los planes que tenía el general español. Les corto toda comunicación, e impidió que por
pretexto alguno entrara nadie en la plaza. Hizo a copio de un buen número de
escalas fuertes de la altura de la muralla; junto muchos picos, mando hacer
unas garitas, osean galápagos, pudiesen moverse con ruedas interiores a beneficio
de palancas, y mederos, y tablones tan gruesos que resistirán las balas de
fusil, con el objeto de acercarlos a la muralla, y trabajasen veinte o treinta
hombres cubiertos en abrir brecha: inquietaba al guarnición con continuos
ataques falsos las más noches, y de este modo la cansaba, la tenía en una
constante incertidumbre, e ignorante del punto o puntos que premeditaba para el
asalto:
Texto entresacado de la obra del
capellán, que fue uno de sus cuerpos, D. Lino Matías Picado. De ella entresacamos
los siguiente y curiosos pormenores acerca de la toma de Soria por el
general Duran, suceso que fue el de más
bulto en esta porfiada campaña.
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Luego que el general se encontró
en Trebago con la división reunida y ambas armas juntaba cerca de tres mil
plazas útiles, avanzo a las inmediaciones de Soria. Puso su cuartel general en
narros quedándose con el batallón de numantinos y compañías de artillería,
coloco el de voluntarios de Soria en Castilfrio, y el de Rioja y caballería en
Almajano. La gran guardia de caballería ocupaban a Garray, y las avanzadas por
la noche se extendían hasta cerca de Santa Bárbara, ermita que esta a medio
tiro de Soria. Hizo varios movimientos con la división, pasando por las
inmediaciones de aquella capital, con dirección al pueblo de Villaciervos, y en
uno de ellos logro que la caballería de la guarnición hiciese una salida, y
trabase una pequeña escaramuza con la nuestra,
costo a los enemigos seis muertos, algunos heridos y tres prisioneros, y
a nosotros que fuese herido un oficial ayudante de caballería y tres soldados. Volvía
a su cuartel general por caminos ocultos y de este modo alucinaba a aquellos
enemigos, que nunca podían fijarse en los planes que tenia el general español.
Les cortó toda comunicación, e impidió que por pretexto alguno entrase nadie en
la plaza. Hizo u crecido acopio de escalas fuertes de la altura de la muralla;
junto muchos picos; mando hacer unas garitas, osean galápagos que pudieran
moverse con ruedas interiores a beneficio de palancas, de maderos, y tablones
tan gruesos que resistiesen la balas de fusil, con el objeto de acercarlos a la
muralla y que trabajasen veinte o treinta hombres cubiertos en abrir brecha:
inquietaba a la guarnición con continuos ataques falsos las mas noches, y de
este modo la cansaba, la tenia en una continua incertidumbre, e ignorante del punto o puntos que promediaba
para el asalto: mas tan acertadas y militares disposiciones estuvieron en la
mayor contingencia, porque el 12 de marzo se recibió la noticia de que cuatro
columnas enemigas en combinación se iban aproximando por la parte de Logroño y
del Burgo de Osma, en disposición de que al as primeras la daban ya en
Torrecilla y las segundas en Calatañazor. En tanto apuro, el general bastante
enfermo, un tiempo cruel y la tropa mal alimentada y casi denuda, mando la
retirada a Almazán para la mañana del 13. Con mucha inquietud de su espíritu
paso Duran aquella noche: veía que si entonces perdía la ocasión de asaltar a
Soria, con mayor dificultad o acaso imposible, le seria poder hacerlo después
que entrasen tropas de refresco: palpaba la miseria en que estaba todo el país;
imposibilitado de socorrer ni con un cuarterón de ración a sus soldados;
preveía que estos en su misma tierra, y a vista de tanta necesidad, no seria
posible contenerlos en sus banderas, y estaba en lo cierto de que en la plaza
había cuantiosos almacenes de galleta, trigo, cebada, alubias y otros efectos.
Eran muchas las veces que al pasar por las inmediaciones de Soria había dicho a
sus soldados: Hijos: allí hemos de saciar
nuestra hambre y remediar nuestras necesidades: mucho archiva en aquella bastida
el enemigo; pero todo será para vosotros y vuestros padres. Todo este
cumulo de reflexiones le decidieron a dar contra orden y salir a batir las
columnas que venían por el Burgo de Osma: así lo ejecuto pasando al frente de
Soria y colocándose en Villaciervos; mas aquellas que luego supieron este
movimiento retrocedieron, bien fuese porque les impuso un movimiento que no
esperaban de nuestra s tropas, o porque llegase a su noticia que las columnas
de Logroño habían también retrocedido, asombrados de la mucha fuerza que decían
tenia Duran, y hacían subir a seis mil hombres. Este general volvió a ocupar
los puntos anteriores, y dispuso el asalto para la madrugada del 18, sin que le
arredrase el mal estado de su salud.
Para que se pueda graduar el
mérito de una acción tan grande y meritoria como fue asaltar por escala la
plaza de Soria, es preciso que nuestros lectores tengan presente que su
situación geográfica la hace dominar una porción considerable de terreno, que
era un punto de apoyo para enemigos en sus expediciones y retiradas: un almacén
o depósito de granos que aseguraba la subsistencia de sus tropas en Burgos,
Aranda, Tudela, Tarazona y otras partes: que era una plaza fortificada con un
muro contiguo de diez y ocho pies de altura y seis de espesos: unos cubos
salientes que formaban verdaderos baluartes, y varias almenas en sus cortinas;
un arrabal no menos fortificado, que hacia la acción duplicada; pues era
preciso que fuesen dos los asaltos, y que logrado uno se duplicasen los
esfuerzos para el otro: un castillo, cuya situación local lo hacía inexpugnable
sin artillería: que de esta arma solo tenía Duran dos violentos de batallón o
de a cuatro; y que los enemigos mismos que burlaron el ataque que se intentó
con duplicada fuerza en el mes de eneros, la habían fortificado más y más, y la
miraban y llamaban un segundo Figueras por su importancia en todos los
sentidos.
La exacción de continuas y
enormes contribuciones; los saqueos en su defecto; los atropellamientos e
insultos con que habían sido afligidos, y podían serlo en adelante (si la
división se veía precisada de obrar en otros puntos), los infelices habitantes
de la provincia y la escasez de medios para la subsistencia de la tropa, hacían
preciso un esfuerzo extraordinario. Preciso era un arrojo temerario; pero el
general español había calculado muy militar y políticamente: el éxito lo
confirmo como veremos.
Da las ordenes; reúne todas las
tropas acantonadas en las márgenes del Duero en el pueblo de Garray, y emprende
la marcha por el orden que había detallado, empezando las columnas que debían
asaltar, llevando la vanguardia el batallón de Rioja y una compañía del ligero
de Soria, todo al mando de Tabuenca, que debía asaltar por la casa del marqués
de Vadillo: seguianle otro trozo del batallón de numantinos al mando del
capitán don Gregorio de Vera, que debía hacer la entrada entre la Concepción y
San Benito, y la tercera que debía entrar por las casas de la Tejera, iba al
mando del teniente coronel comandante de la compañía de zapadores D. Domingo
Murcia.
La noche tempestusisima de viento
y nieve, caminando sobre un piso de media vara de esta, helado, y la necesidad
de hacerlo por una senda tortuosa, a fin de huir de la carretera y ocultar la
marcha a los enemigos, hacían ya casi impracticable el empeño; pero fue
superior el esfuerzo a todas las dificultades. Las escalas se conducían en
hombros de los mismos asaltantes; pero las garitas o galápagos fue necesario
dejarlos en le camino, porque el tiempo apuraba, porque por la senda no cabían,
y porque el camino real ofrecía la dificultad de ser descubiertos, y el general
para el primer asalto llevaba la confianza de la sorpresa. Seguía este con la
división, aunque enfermo, y coloco su cuartel general en la ermita de Santa
Bárbara, a medio tiro de fusil de la plaza: y el segundo en el pueblo llamado
las Casas.
Llego el teniente coronel D. Juan
Antonio Tabuenca al sitio que se le había señalado, y llegaron las otras dos
columnas a los suyos respectivos, y todos aplicaron las escalas no contestando
al quien vive de los centinelas
enemigos, y despreciando su fuego. Tabuenca, que fue el primero que asalto la
muralla del arrabal, se posesiono a la fuerza de la casa o palacio del marqués
de Vadillo; había entrado con solo sesenta hombres, y tenía enfrente un reducto
o fortín del enemigo custodiado por este; mas conociendo que si no entraba todo
su batallón no tendría favorables consecuencias su arrojo, mando al capitán
Sologaistoa que volviese a salir y animase a aquella tropa. El se sostuvo en la
casa, y Sologaitoa al ver que los enemigos habían cargado sobre el punto donde
estaba la escala,, que le habían muerto tres hombres, que habían puesto le pie
sobre la amuralla, y que cuantos lo hiciesen tendrían igual suerte, dio un
medio circulo sobre su izquierda y mando abrir brecha con los picos por el
hospicio, pudo entrar toda su gente sin mas perdida. Era ya de día y Tabuenca
que vio su batallón dentro del arrabal, se posesiono de los portales llamados
de herradores, después de haber encerrar
a más de doscientos hombres que había en el convento de San Francisco, y los que
habían ocupado la casa de Vadillo.
La columna que entro por las
casas de la Tejera al mando de Murcia, logro también encerrar en la ciudad las
fuerzas enemigas que se le opusieron: todos había logrado hasta entonces como
podía apetecerse; pues aun la columna que escalo por la Concepción se hallaba
mucha parte dentro del arrabal: más una salida que desde la ciudad hizo el
enemigo con su caballería y bastante infantería por la parte que ocupaba esta
tropa, la sorprendió algún rato, y nos mató algunos soldados, y los arrollo en
disposición que la victoria que se creía ya conseguida se hizo problemática.
Los ayudantes del general que corrían con peligro todos los puntos, le dieron
luego la noticia de la salida que habían hecho los enemigos, y la tenaz
resistencia que oponían; y este señor olvidándose de sí mismo monto al momento
a caballo, y atravesando por un diluvio de balas, se puso al frente de la tropa
que ocupaba San Benito, y era la que había entrado por la Concepción: allí, animándolos con la voz, con el ejemplo,
con la esperanza del premio, temor del castigo y diciéndoles: Soria ha de ser nuestra a toda costa,
lleno de tanto entusiasmo a jefes, oficiales y soldados, que todos trepaban
animosos y llenos de ardor, sin acordarse más que de vencer. Ya Tabuenca se
había acercado al punto disputable, y su bien dirigido fuego puso al enemigo en
disposición que la victoria volvió a inclinarse a nuestra parte; pero la
decidió una brecha que hizo hacer el general, donde coloco los dos violentos, y
el estrago que les causaba la artillería les obligo a volverse a encerrar en la
plaza.
No debe omitirse que el
comandante de la caballería, D. Bartolomé Amor, se ofreció con parte de sus
dragones a obrar pie a tierra, y ser de los asaltantes, como que este jefe
corría el cerco, animando todos los puntos de ataque de orden del general.
A las siete de mañana ya éramos
dueños del arrabal; pero nada se había ganado si no se entraba en la ciudad,
que ofreciendo siempre grandes inconvenientes, necesitaba nuevo empeño y no
menos ardor: reunese uno y otro, y la resolución de Tabuenca, auxiliado de las
llamadas que por los otros puntos hacían los otros cuerpos, lo facilito todo.
Este jefe noticioso de que en la misma muralla había una puerta tapiada que
tenía comunicación con las casas, elige treinta hombres que pone al mando del
capitán Sologaistoa; y él el primero atravesó por delante del reducto que
tenían en la puerta del Postigo: quince o veinte fusiles que hicieron una
descarga casi a boca de cañón, no le mataron más que un sargento y un soldado:
llega a la puerta tapiada, y a beneficio de los picos abre brecha: entra por
ella con Sologaitoa y veintiocho hombres, habiendo dejado orden de que le
siguiesen otros; y derribando algunos tabiques de casas logro colocarse en la última,
que estaba sobre el cubo de la derecha de la puerta del postigo, y abriendo un
grande agujero, hizo una descarga a los enemigos que estaban en aquel reducto,
que les mato tres hombres, les obligo a abandonarlo, cerrar las puertas y
refugiarse al castillo. Ya por la
izquierda habían subido también a la muralla algunos soldados de los otros
cuerpos, y todo contribuyó a que el enemigo se intimidase en tal disposición,
que ni atento, ni hizo resistencia alguna en las calles. Fue mucha lástima que
Tabuenca, que era el que mas fuerza tenia dentro, lo ignorase, y se viese en la
presión de seguirlos en el alcance; pues si hubiese tenido conocimiento de
ellas, podría haberles cortado mucha de su fuerza; no obstante les hizo quince
prisioneros, y ocasiono bastante perdida de muertos y herido.
Se abrieron luego las puertas y
entro la división con su general al frente. ¡ Que gozo el de aquel pueblo ¡ ¡
Como demostró su grande patriotismo ¡ Todos hombres y mujeres, ancianos y
jóvenes se mezclaban entre las filas, y con pan, botellas de vinos generosos, y
todo género de comestibles, hacían un alarde de su amor a aquella tropa, que
miraban como el origen de su libertad. No era posible que la formación guardase
el riguroso orden militar, y se hacía preciso que los jefes y oficiales lo
disimulasen por complacer a unos ciudadanos tan dignos.
Fue el prime cuidado del general
en cubrir todas del castillo a la ciudad abriendo zanjas y fortificando las
casas inmediatas a él por la parte de su frente. Mando enseguida que se
empezaran las obras de aproximación para minarle y atacarle; pero su
enfermedad, los pocos conocimientos geométricos de los que llevaban la voz de
ingenieros, el amor propio de estos y el que estando Duran en cama, las ordenes
no tenían aquel nervio necesario en ocasión tan oportuna, hizo que la mina se
emprendiese por donde no era posible, y se perdiesen siete días si avanzarla
veinte varas: ¡ dolor grande al a verdad ¡ pues aunque la fortaleza ofrecía
dificultades, y los refuerzos que luego vinieron para auxiliar aquella
encerrada guarnición no hubieran permitidito completar la operación, si se
hubiese conseguido bolar alguna cortina, aquella bastida hubiese dejado de
serla en lo sucesivo, y el honor de las tropas españolas habría llegado a lo sumo.
Cronica de la provincia de Soriapor Don Antonio Perez Rioja. Cronica general de España. Historia ilustrada y descriptiva de sus provincias. MADRID. 1887.
Cronica de la provincia de Soriapor Don Antonio Perez Rioja. Cronica general de España. Historia ilustrada y descriptiva de sus provincias. MADRID. 1887.
Armas que intervinieron:
·
BATALLON DE VOLUNTARIOS NUMANTINOS
COMPAÑIAS DE ARTILLERIA (DOS VIOLENTOS)
· VOLUNTARIOS DE SORIA
·
BATALLON DE RIOJA
·
COMPAÑÍA DE ZAPADORES
·
GRAN GUARDIA DE CABALLERIA
Se conservan dos dibujos del castillo de
Soria en el Archivo de la Real Academia
de Bellas Artes, Madrid.
Soria en el Archivo de la Real Academia
de Bellas Artes, Madrid.
Los dibujos (realizados por Luis
Sorando) muestran sus banderas, la Coronela y la de Batallón, las cuales se
conservan en el Museo de la Guerra de París (Nº Catalogo 2782).
Coronel D. Juan Palarea, con uniforme del
Regimiento de Húsares de Numancia.
Museo Romántico, de Madrid.
Regimiento de
Barbastro.
(ex
Regimiento de Voluntarios Numantinos)
Numantinos y Leoneses atacan a los franceses en El
Cortijo de Logroño
intentando
frenar la contraofensiva napoleónica (octubre de 1808).
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